Tuesday, February 22, 2011

Hace un par de horas.

Psicodélica mañana de recuerdos. La almohada en medio de la cama radiando todavía de amor. Es sabido que el colchón recuerda mejor que yo. Giro, sigo la sombra del gato, pasos hacia a la cocina. A estas horas y en la condición en la que me encuentro no tengo otro destino mejor. Antes del té, el café et le croissant du chocolate miro por la ventana. No busco el amparo de Dios ni el calor del sol, busco la penumbra de la noche. Me resigno a la luz matinal, la aparición de la sonrisa siempre amiga del horror de la rutina. Ella tan común y corriente es la consagrada mercenaria del espíritu humano. Terror de fin de mes. Los bolsillos con telarañas y la billetera preparándose para la carnicería. Miro la penumbra del gato que en su piel no conoce la luz de día, por fortuna. Preciso recordar quién era antes de mi sueño, la máquina del tiempo, el aroma, la crema… espresso triple para la sangre y me olvido de la noche.

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