Monday, May 24, 2010

Campo abierto

Era posible volver a pensar caminar por el laberinto. Tener el distinguido paso, la fiel confianza que solo otorgaba el silencio. Amanecía y oscurecía tan rápido como escribía estas palabras. El guiño del futuro, el delirio del presente, la satisfacción del pasado aparecían estar de nuevo a mi alcance. Le otorgaba el silencio el derecho, la libertad se desprendía de sus cadenas, volvía a estar completamente desnuda.

Hoy volví a ver sus ojos azules perversos, sus labios carnosos besándose, su nariz de mujer seria, su rostro belicoso y de lolita. Yo era su máxima creación y no lo sabia. No me sentía tan orgulloso de esto porque en los últimos once meses había caído en una imprecisión. Fui preso del amor, ruido y luces tanto que me había olvidado por completo de la promesa. Me gustaría dejar claro que no responsabilizo a nadie. Simplemente el resplandor de la vida cotidiana me había desviado de vuelta al camino de los borregos.

Quedaba atrás otra etapa. Había dejado la piel ahora esperaba el próximo plan. Podría haber continuado en donde me quede, pero está claro que el tiempo ha pasado y otra es mi realidad antropológica-social. Empecé por escribir, por hacer uso de mi memoria lejana para así entender mejor el camino a seguir. Como mencione renglones atrás, la aparición de mi diseñadora fue una linda coincidencia que interprete como señal a mantener en pie este gran Enterprise que sin duda es un manifestó al hecho de que hace ocho olimpiadas coincidí con el momento cumbre que cambiara por completo mi vida.

Hoy había movido unos muebles para descubrir su retrato, tire unos pelos, sacudí la cama, y mi mente se enfoco en el laberinto. Apague las luces para ponerme de inmediato a soñar y volver a escuchar las carcajadas de Aix-en-Provence.

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