Tuesday, October 20, 2009

El día ideal para sentirse ombligo



Hoy ha sido fácil volverme el hombre ombligo. Realice mis deberes de padre de familia. Mis vecinos me han de mirar siempre sin imaginarse que soy el padre del chico con quien juego a las escondidas, con quien bromeo, y con astucia escapo de sus garras. Es fácil sentirse su mejor amigo, su hermano mayor, su primo preferido. Un privilegio ser su padre y que muchos no lo sepan. Yo a pesar de sentirme ombligo siento que soy mi propio sol. Porque nadie me tiene; yo no tengo a nadie. Mi hijo se ira y a las mujeres no les puedes pedir eternidad porque para eso tienen que entenderse como diosas, volver a su estado griego. El que está a mí alrededor es porque quiere algo de mí que no ha podido conseguir. Me habla el amigo que siente lastima por mi; el que me estima es porque es más miserable que el diablo. Por eso con el paso de los años he rotó los espejos y perdido los peines. Me levanto sabiendo quien soy, se lo que tengo que hacer, no necesito peinarme. ¿A quién jodidos quiero impresionar?


Como decía… Hoy me siento como ombligo: apachurrado, arrugado, y bien hediondo. Solamente las mujeres se lavan el ombligo; los hombres solo nos alcanza para ponernos desodorante en las axilas. Hoy los días del crucero finalmente quedaron atrás. Ahora hecho todo un ombligo hago lo que la rutina reina me lleva a hacer. Los updates en el Feisbuk son: Me bañe y comí dos huevos, fui al gimnasio, y tal.


Hoy si hubiera jugado lotería hubiera ganado. Explico porque… Manejando hacia la escuela de mi hijo se me atravesaron dos carros y una van, después viniendo del gimnasio se me atravesó un viejo pelón en su convertible, y justo cuando llegaba a casa una ardilla se trato de suicidar en frente de mi. Tan solo eso sucedió por la mañana porque por la tarde casi atropello a un cristiano, una mujer casi me pega con su puerta en la nariz, y por ultimo mi nueva vecina estaciono su auto en mi estacionamiento. El claxon de mi auto casi se queda afónico.


Después el teléfono sonó más de tres veces por un espacio de 10 minutos. Todo un record a sabiendas que nadie me habla. Pues nada insólito más de lo mismo. “tragedia a la vista, mala noticia, háblame cuando puedas, que pena, mira que se murió…” ¡y tal! Se contesta con el vocabulario fúnebre, con la tristeza en los labios, no hace falta llorar por el teléfono mientras uno sigue con dolores de costilla otros con mejores suerte agarraron el tramo de la eternidad. Regreso llamadas una tras otras. No pensé que tenía tantos familiares. Contestan y me preguntan ¿Qué tal? ¿Como estas? Y ¿qué más? Breves prefacios para entrar en materia de la muerte del tío Abel. Murió de un infarto, tenia gripe lo llevaron al hospital, paso una noche ahí, estaba en observación… al parecer traía plan de morirse. Pidió a sus hijas que si moría no le dijeran a nadie, que no dejaran a nadie verlo muerto, pero mucho más relevante para la anécdota familiar que quería morir para poder irse de tras de su mujer, su novia, su esposa caramba su acompañante de toda la vida, ósea la tía Amalia difunta desde hace varios años.


Los viejos son igual que los adolescentes cuando hacen saber que sus deseos de morir. Los primeros se encaprichan con la muerte los otros ni saben que es. Si no se consigue poner fin al espíritu entonces los adolescentes terminan en anti-depresivos y los viejos tachados de locos, necios, y tercos. Si se consigue morir entonces la muerte juvenil es algo violenta y desastroso mientras la de los ancianos es dulce, tranquila digamos necesaria, claro estas son mis interpretaciones.


Mientras uno está hecho ombligo morirse esta fuera de los pronósticos. Simplemente los ombligos no mueren porque por ahí alguna vez entraron nuestra vitalidad. Es buena onda ser o hacerse ombligo de vez en cuando. Los días de ombligos es para estar tranquilo y ya. No son para cuestionar, absolutamente nada, el sol sale y se mete y punto. A vivir tranquilo, a pasar las horas leyendo los status updates del Feisbuk. Y vivir con la garantia de que uno esta con vida y que gracias a dios tiene uno trabajo.


1 comment:

  1. Querido ombligo:

    Mientras leía los avatares de ésta, tu más reciente metamorfosis, no sé por qué recordaba a ese tipo flaco de cabello crecido y aspecto descuidado al que involuntariamente le tiré encima mi cerveza. Volví a ver su cuaderno de notas disparejas que presagiaban al narrador que él todavía no sabía que era. Esa tarde fuimos dos pelusas anidadas felizmente en el gran ombligo madrileño.

    Me hiciste feliz con tu relato.

    La Chamuca

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