Saturday, December 4, 2010

Y dale con el travel bug

Confieso llegue de mi viaje fui feliz un día pero después del Segundo comencé a sentir el desgaste de el evento cotidiano. Señores changos, ilustres borregos, querido gato… escribí  ¡no quiero estar aquí!
Mis monstros salieron de shopping. Querían disfraces y un par de gafas nuevas.

Yo me quede trabajando y en mis momentos libres me aventuraba a buscar un boleto de avión. No quería ir al frio ni tampoco viajar al sur. Quería que el avión fuera al este y de ahí hacia el sur. Conseguí un par de vuelos, pero desistí por inútil o quizás por prudencia o mejor todavía por las fechas Borreguiles Navideñenses que igual ni observo pero que por costumbre me sigo obligado a estas. ¡Demonios! ¡Diantres! ¡La concha de la lora! Y bueno… pensé un sinfín de obscenidades para apagar mi frustración. Igual mi compromiso estaba en trabajar en la infraestructura de mi Enterprise. Era el principio de una Olimpiada, así que no debía presionarme con viajes sino mas bien crear las bases para poner sostener lo que viniera o lo que debía transformarse.  Sabía que podía lanzarme al viaje, pero tal ofensiva podría no ser necesaria. Era fácil entrar en duelo conmigo mismos. No me gustaba ver puertas entre abiertas, malograr oportunidades menos ser prudente cuando mi mente se volvía loca por los alaridos de mis monstros. Eres un pendejo, viaja pues, inútil, compra ese billete de avión… dale pues… busca a Darling… no Darling no puede. Llévate a Lady Kokodrile… y yo que hijo de puta sos.. Que no ella no, viajo solo y listo. Estudiaba los vuelos pero después dudaba del tiempo. Tiempo traicionero cómplice del dinero.  Me levantaba y caminaba en círculos.

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