¿Pero porque sigo viajando al centro del estado mexiquense? ¿Estoy tratando acaso de encontrar el camino de mi regreso? Sé muy bien que nunca seré oriundo de ninguna delegación o tendre credencial de elector. No porque no quiera sino porque sigo dudando que sea de aquí en donde vivo desde que entre a la pubertad.
Ir al DF no es regresar a casa, pensarse en vacaciones o ir a visitar a los parientes pobres… A veces pienso que es más peregrinación que viaje porque siempre voy dispuesto y listo a todo. Son los caprichos de los dioses que siempre me hacen regresar enfermo aunque aliviado del espíritu. Andar por los hormigueros, oler a la gente dentro del vagón del metro, platicar con el taxista, y comer tacos sabiendo que me enfermare del estomago son experiencias necesarias para saber que sigo con vida y que no he muerto en la baratija del los live-styles del hombre blanco. Porque allá puedo volver a sentirme como aquel hombre que debí haber sido, y ofrecerle a mi padre el conocimiento de que algo se me pego de él.
Así voy preparandome en este día tan comun como ayer. No se que me pasa y ya no quiero volver. Es tan irremediablemente cotidiano.
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