
Seguía echándole la culpa a los muebles y por supuesto a Lady Kokodrile. Admito que podría tener la culpa de toda esta situación infavorable, pero yo solo cometía errores técnicos; los errores de diseño eran responsabilidad de mis padres. Yo ya había hecho mucho con lo que habia sido, era y soy. Agréguese a toda esta querella hogareña, el agobio de los mensajes de text de Lady Kokodrile pidiéndome datos, memorándums, y no sé que otras vainas del Enterprise. Mi móvil parecía una cuenta Tweeter de un artista. Formulé que “estar chingando” es muy idéntico a “estar twiteando”, porque ambos se apoyan en una serie de comportamientos obsesivos.
En conclusión, pense que la vida seguía igual y solo cambiaria si durmiera todas las horas que llevo sin dormir o mejor si perdiera el conocimiento y despertara dentro un hospital diciendo que era ruso y mentandole la madre a las enfermeras y por supuesto al doctor en la lengua de Gogol .
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