¿Donde quedo la proeza del viaje a ninguna parte? Peor interrogante en ¿dondé está el viajero extraviado, errante? Aquel que viajaba en búsqueda del nosequé y que tenía como acompañante la soledad, la esperanza y la libertad. Hombre, individualizado a tope, de sangre combativa, de pisada doble y de espíritu inquebrantable.
¿Es que la rutina del borrego finalmente esta rompiéndole la madre a la máxima expresión de libertad? ¿O son estos inmediatos y obligados viajes al Pantano que prácticamente están terminando con el concepto del viaje como acto de liberación del Ser? Llevo días generando respuestas a toda esta serie de interrogantes. Mis conclusiones son las mismas: estoy entrando a una faceta de borrego, un largo invierno dentro la primavera de un joven de once años, el capricho del amanecer de la vida diaria en donde por fin una tarde de domingo se sienta a hilar las horas de nada. El momento ideal para el ingenuo decirse o decirles a otros mamarrachos
“se los dije”
“no que no”
“me alegro se lo merece”
…y no sé qué otra cosa se podría concluir de estos tan penosos días.
Tengo claro que mientras no se pueda mejorar o igualar el logro del año anterior; es mandatorio anunciar que mejores tiempos existieron y que los vientos de la derrota han traído de vuelta a la decadencia. Sea o no una exageración mía es sin duda alguna motivo de preocupación.
Irónicamente, mañana —if the plane goes sucessfully through the skies— amaneceré en el Pantano en donde no hay montañas y las nubes gobiernan el destino del cielo. Todos mis sueños parecen estar cumplidos y atreverse a generar nuevos quizá sea mi nuevo reto. En el pantano debe ser el sitio ideal, I supposse. Volveré a entrarme en el ámbito del hombre Borreguil del pantano. Recordare como alguna vez estuve sujeto al soborno de la humedad y entonces quizá vuelva a querer liberarme por completo. Que irónico yo que me sentía libre.
No comments:
Post a Comment